Miedo al dolor

Cuando vives con dolor crónico acabas por acostumbrarte a él, pero aún así, el miedo al dolor es inevitable.

Anoche sentí miedo; ansiedad y miedo ante la posibilidad de sufrir más dolor, que me impidiera dormir, que no me dejara descansar. Miedo.

Vivo con dolor crónico, sí, ya lo sabéis todos, pero anoche sentí miedo, y una tremenda ansiedad que no me dejaba conciliar el sueño.

El motivo, tan sencillo que quizás os parezca hasta tonto; me quedé sin pastillas para el dolor.

Un fallo de cálculo, elevar la dosis o tirar algún blister a la basura por error, las posibles causas. Pero no tenía pastillas, y sentí pavor ante la idea de tener que pasar una noche sin ellas.

Seguí la misma rutina de siempre, sentarme en la cama, como todas las noches, con la botella de agua; abrir el cajón de la mesita, sacar el neceser plateado, y empezar a sacar blisters, el de la migraña, el de dormir, el antidepresivo, y el Zaldiar……..no hay….¿cómo que no hay?.

No pasa nada, reconozco que soy un desastre para esto, y el primer cajón de mi mesita está repleto de cajas, blisters, prospectos…. y en este lío seguro que hay alguna caja aún llena o alguna tableta suelta a medio consumir, es el Zaldiar, ¡cómo me va a faltar!, ¡imposible!

Pero efectivamente me falta, rebusco con un incipiente nerviosismo que empieza a preocuparme; no encuentro nada en el cajón de la mesita, miro sobre la mesita, porque a veces…..ya he dicho que soy un desastre con la medicación, ¿verdad?. Tampoco hay nada.

Tranquila Maite, me digo, en el bolso siempre llevo el de emergencia, oh, mi sorpresa, esta vacio, ¡no queda ni una pastilla!

Entro en modo pánico pensando, ya me duele, verás esta noche sin pastillas, no voy a poder dormir, y me levantaré con más dolor, y encima trabajo 6 horas, y……. ansiedad y terror.

Decido acostarme e intentar relajarme, pensando que no va a ser para tanto, que en mi maravillosa cama descansaré bien, y mañana me levantaré como nueva, entumecida y agarrotada como siempre, pero eso es cosa de la Fibromialgia; seguro que paso la noche bien.

Ilusa de mí, ni 10 minutos pasaron antes de que empezara a sentir que la espalda se me rompía de dolor, que no podía apoyarme sobre las caderas; ni diez minutos y ya era presa del pánico.

Ni 10 minutos y la ansiedad tomó el mando.

Tenía miedo, tenía mucho miedo a sufrir dolor innecesariamente, por un descuido, un error. Tenía miedo, porque pensaba; si con pastillas me duele, sin ellas va a ser terrorífico.

Daba vueltas en la cama, vueltas y más vueltas, pensando, repitiéndome una y otra vez, la mítica frase de Rocky (no sé qué número), que el entrenador le decía a Rocky Balboa en un combate, y que este repetía como un mantra: «no hay dolor, no hay dolor»

Solo que a mí, no me funcionaba, es más, según yo la repetía creo que únicamente conseguía el efecto contrario; cada vez más dolor.

Al mismo tiempo era plenamente consciente de lo surrealista de la situación, me estaba obsesionando con el dolor, notaba como palpita cada centímetro de mi espalda por un dolor tremendo y desgarrador; e inicié una búsqueda desesperada, montones de ideas, descabelladas algunas, pasaban por mi cabeza.

La maleta de los fines de semana, nada; el neceser que me llevo los findes, nada; el neceser de la playa del pasado verano (porque ahí siempre guardaba algunas para esos ratos de sol y mar), nada; el segundo cajón de la mesita, (por si se habían caído o las había guardado ahí por error), nada; el resto de bolsos, nada; el suelo, (porque a lo mejor se han caído y no me he dado cuenta), nada; los cajones de la cómoda, (aún no sé por qué) nada.

El tiempo iba pasando, y el dolor aumentando, (al menos en mi cabeza), no sé la de vueltas que dí en la cama, la de veces que me levanté para mirar en un sitio más absurdo aún.

Tenía ganas de llorar porque me dolía, porque sabía que me iba a doler más y que no iba a poder dormir y descansar.

Tenía ganas de llorar, porque tenía miedo, miedo al dolor.

Como en la canción de Sabina, me dieron las 10 y las 11; las 12 y la 1, las 2 y las 3….. Y es que aunque finalmente encontré 2 pastillas que poder tomarme, (me avergüenza el subidón que me produjo encontrarlas, el ansia con que me las tomé); ya era demasiado tarde y la ansiedad campaba a sus anchas en mi pecho, en mi cabeza.

Y efectivamente, apenas dormí; me levanté además de agarrotada y entumecida con dolor, con mucho dolor, provocado por la ansiedad, la tensión de la noche.

Mentiría si acabo diciendo que he sacado algo positivo de todo esto, como siempre, porque realmente no lo hay; vivo con dolor crónico y necesito medicación para llevar mi vida normal; vivo con dolor crónico y tengo miedo a sufrir más dolor.

Pero pese a todo, este miedo no me para, porque la vida sigue, y yo seguiré #SiempreAdelante.

SiempreAdelante
Pese a todo…..

2 Respuestas a “Miedo al dolor”

  1. Me siento identificada con esa situación, sentir cómo el dolor se apodera de tu cuerpo pero aún más de tu mente si cambia algo de lo cuál te has acostumbrado. Lo he vivido en más de una ocasión cuando me han cambiado la medicación o la dosis. Gracias por compartir tu experiencia

    1. Hola, cuando dejas que el dolor se apodere de tu mente, no hay medicación que te ayude, por eso es importante controlar los mensajes que nos decimos.
      Yo misma pensando, «me va a dolor, me va a doler mucho», me anticipaba al dolor y lo incrementaba; sé que no siempre se puede controlar la mente, y en situaciones como la que describo u otras similares cuesta mucho.
      Gracias por leerme.
      Besos.

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